
Miden aproximadamente 1,7 km de ancho y 108 m de alto. La relativa estrechez del cauce en el que caen las convierte en un espectáculo extraordinario.
El explorador escocés David Livingstone dio a las cataratas, en 1855, el nombre de la reina Victoria, pero siguen siendo también conocidas como Mosi-oa-Tunya, el humo que truena.

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